domingo, 31 de agosto de 2008

POEMAS

ALAS DE POETA



Cuando quiero escribir algún poema
sobre aquello que me rompe desde antaño,
procuro controlar muy bien la rima
y así la pena se me va contando.
Me concentro en la verde sinalefa
que sugiere con álgida ternura
una selva de sueños diluidos
en un madrigal de espuma.
Hace tiempo que no puedo versarle
por temor a que la lágrima me aceche
y me convierta en duda
y me transforme en miedo.
Una verdad rotunda me conmueve,
me pronuncia, me mide, me recita,
me adentra en la cadencia de una estrofa
que ya no tiene un ritmo acompasado
porque el amor la ha transmutado en beso.
Porque la libertad de alas magenta
ha comenzado su rimado vuelo.


NEGRO ALBINO

El cantante Salif Keita afirma: "Soy albino, soy cantante, dejé
mis estudios y seguí el camino de la música.
Fue ella la que me salvó”




La maldición persigue tu hermosura
como un estigma viejo,
como una sucia herida.
Tu belleza africana,
fuerte y blanca
provoca tu desgracia.
Que una leyenda negra
mantiene amordaza
tu cándida inocencia.
Que la muerte asesina
te persigue cruenta
para vender tus miembros
en oscuros mercados
creados por la mafia.
Quien se beba la pócima
cocida con tus huesos
debería sufrir un cruel castigo.
En los frondosos bosques de Tanzania
se oye un lamento negro.
Es la voz de los niños masacrados
en viles sacrificios.
¡Que alguien pare esta pérfida locura,
la sangre de inocentes está en juego!

Las tierras de Mario


Viene a mi mente la imagen
de tu cuerpo abrazado por el mate
al ritmo del candombe .
Y la poesía en lo alto,
en lontananza,
sobre el cerro de Montevideo,
oteando el horizonte
con el destino hecho verso.
Poeta del amor y del te quiero,
te veo en las calles de la Habana vieja
tejiendo tus palabras redentoras
con risas en tus manos.
Puedo sentirte en Palma, tan cercano.
Y en Madrid, con la rima por bandera.
Te has quedado en las tierras que pisaste
para recuerdo eterno de tu insigne armonía.
Te oigo en los jardines recitando
poemas de justicia, libertad y alegría
y me lleno de amor en las rotondas,
en las plazas y en todas las esquinas.




EL REGALO


Ha llegado el día en que la vida sepa

a dulces carcajadas, a besos celestiales.

No ha sido un regalo, han sido quince,

quince flores con nombre y sello propio,

quince abrazos que son quince creaciones

con quince adivinanzas escondidas.

Partituras de sueños esperados

en días anegados por el llanto,

sin saber que una herencia de versos

nos latía aguardando.

Sonríe en las alturas, sangre mía,

porque se oirán los sones de tus cantos

con la fuerza que otorga la alegría,

con la verdad corriendo por las venas,

con el recuerdo de tu voz amada.






INTERROGATORIO


Me pides que te pregunte si me amas

como si me cantaras un bolero

y tiemblo al pensar en la respuesta.


Si tu contestación es negativa,

caminaré sin rumbo por las calles,

desgarraré mi piel a tiras finas,

vomitaré los restos de mi sangre,

gritaré mi dolor como una fiera herida

hasta caer exhausta sobre el lodo

de mis imposibles sueños.

Cuando la nobleza de mi corazón roto

cauterice su gran brecha,

decidiré, quizás, mi soledad perpetua;

un pacto vitalicio con mi sino

que, lejos de rendirse a la desidia,

provocará creaciones nuevas,

poemas con bellísimas historias

de amores cadenciosos, armónicos y tiernos,

importantes acciones solidarias,

viajes a países en vías de desarrollo.


Mas si me das un sí firme y rotundo,

no sabría qué hacer contigo en mis espacios,

no sé cuál es mi huella en tus caminos.

¿Navegaríamos juntos por mares australianos?

¿Trabajaríamos en el voluntariado?

¿Daríamos huesos de calcio a nuestros perros?

¿Nos juraríamos fidelidad eterna?


Me niego a compartir café todas las mañanas,

a tratar económicos problemas,

a fomentar la propiedad privada

y a pasear por los supermercados

haciendo tiempo hasta la hora de la cena.





OTRA VEZ AQUÍ

Otra vez al poeta solivianta

el audaz combate con su centro.

Ver al otro es como verse en un espejo,

es como escribir sobre sí mismo

un poema de amor inconcluso y eterno

que no por imposible ya no es cierto.

Por el ansia de próximos encuentros

lucha el poeta contra los recuerdos,

contra las prisiones,

contra las visiones,

contra las fantasías de los sueños.

¿Partirá el poeta hacia versos nuevos

cuando el vacío siembre su desgana

en el vergel del tiempo?

¿Abrirá el poeta una puerta de antiguos sentimientos

que redima dolores, sangre y miedos,

umbral que no será jamás cerrado

ni con las embestidas de los vientos?

SANAR


No logré curar en una semana

la bella herida abierta por milenios.

A pesar de la pesca, del teatro, de la playa…,

de la música, del cine, de los libros,

de los cuidados a mis coquetas plantas,

de las compras en los grandes almacenes.

A pesar de los vecinos de la plaza

que me contaron sus tribulaciones.

No conseguí mutar tu amor por nada

Ni siquiera…ya ves…por la poesía.



Me asomé a mi balcón y a mis ventanas.

Un camión vació los contenedores de reciclaje.

Un chaval con un portátil, navegaba.

Un perro vagabundo olía unas salchichas podridas.

Las farolas, la noche iluminaban.

Imaginé que me esperabas en la esquina

con tu camisa verde y tu chaqueta blanca,

que cruzabas el paso de cebra…

No he podido cambiar tu amor por nada,

aunque siempre me queda la poesía.


MENTIRAS CERCANAS


Te contaron que el amor era sencillo

si eras bella y estabas bien depilada;

que la felicidad llegaría

sin dificultad si tu cuerpo se machacaba

en el ginmasio del vecino,

ése que babeaba cada día

al ritmo de tus caderas cimbreando por la plaza.

Tomabas cada mañana

el café con leche de tu ignorancia

que absorbías con un gesto divino.

El día que lo viste en la esquina,

aún estabas digiriendo la marcha de tu amante.

Muchas lágrimas para tan poco amor.

Decidida a no ser jamás carne de fiesta,

no estuviste atenta a las señales

que te mostraban auténticas verdades.

Y la inquietud tiñó su despedida

con una marca en tu destino errante,

con un beso que se quedó en el aire.

Y volviste a tus horas de gimnasio,

a tu tai chi y a otras artes marciales.

Te enamoraste de dos entrenadores

y les diste lo suyo contra una colchoneta.

Un día, mientras tomabas un refresco,

encontraste un anuncio en el suelo,

que te indicó que él estaría cerca.

Mas era tarde para un nuevo encuentro.

Dejaste en su lugar la propaganda

y te fuiste a adornar otros lugares.



MAR CONCILIADOR


El mar, que nos separó, ahora nos une


Hoy los poemas vuelven a buscarme

para llevarme a mares de nostalgia.

Me ayudan a cabalgar entre las olas

de este amor que ya no tiene precipicio.

Me saludan las criaturas luminiscentes

que habitan en los pelágicos abismos,

me invitan a guardar silencio por mi alma,

me empujan hacia los rincones oscuros

del océano abismal y fascinante.

Me adentro en los misterios de la criptozoología

y llego a sentirme serpiente marina.

Soy un ser de míticos relatos aborígenes

que provoca emociones impertérritas.

Hoy los poemas vienen y me alcanzan,

me raptan, me condenan a ser musa oceánica,

guerrera del dios Bobbi-bobbi, valquiria intrépida.



LUZ AZUL






Tal vez, igual que yo,
él vio una luz azul en mi hombro izquierdo
que lo llevó a delicias únicas
donde sólo la fe y la verdad habitan.
Quizás desde el principio fue tan bello
que no pudo dejar huella en el tiempo.
Quizás todo fue así, cálido y tierno
como una caricia dentro de un cuerpo.

Tal vez, igual que yo,
se sintió pleno,
llamado por la voz del universo,
que no falla en sus designios
y siempre cumple lo que ha prometido.


Tal vez quise hallar un paraíso
donde las luces fueran una sola
mas es muy tarde para incongruencias
y me espera en la puerta mi destino.





DULCE NOMBRE DE CEREZA





Lejos, las aguas se iban llenando luna de color vieja y muy triste.





GABRIEL MIRÓ





(Dedicado a su novela Las cerezas del cementerio)











Él supo pronunciar el dulce nombre de María
y buscar los vestigios en el huerto, azada en mano,
tras la amarga frialdad de los quietísimos terrones
que tamaño dolor e ingratitud vieron antaño.
Dos vidas para idéntica alma de viajero no olvidado
Una luz tenue y feliz cuando les llegó la muerte,
una similitud veraz en sus sendas miradas.
Dos sueños para la misma boca levantina.
Besada con vehemencia la reiterada luna
que ofrecía su amor sin promesas fingidas,
no pudo la pecunia permutar los destinos.
No logró el corazón dominar a la parca.
Se comieron las cándidas y encarnadas cerezas
y tiraron los huesos junto al gris camposanto.
Dos destinos escritos sobre un anclado barco
pactaron con las olas la bella felonía.
En la escollera azul del añorado sentimiento
dormía un rayo de luna llena e insistida
que perpetuó su fugaz y lunático abrazo
en una rama del cerezo estival e idolatrado.












KONSTANDINOS

“Y no hay nada más destructivo para el
arte, tiemblo con sólo pensarlo, cuando una frase debe ser cambiada, cuando hay que omitir algo" Constantino Cavafis




El verso, alejandrino,
de un sirtaki nacido.
Palpitado en la ínsula cretense.

Conquistado por un beso minoico,
el poema de luz mediterránea,
persiguió al cortejo alegre de Dioniso
en las noches de azucarado sexo.

En la brisa de Ítaca te imagino
dibujando matices shakesperianos,
defendiendo la libertad absoluta del autor
en aras de la auténtica belleza.

Te veo entre cíclopes que te devoran
y quiero acudir a salvarte.
Permíteme, caballero griego,
que sea tu hetaira predilecta
en este viaje sin tiempo.

Puedo leer sin prisa las palabras
que nunca publicaste.
Entretanto, tú me miras.
Hoy me has hecho emerger de mi letargo
para escribir sobre tu excelsa rima.









CABESTRO




(Del libro Velázquez, 18. Poemas, 2002)









Mirando tu foto recuerdo




la luz de nuestro primer encuentro.




Unos rayos incandescentes




que asomaban, calientes, a la noche,




quemantes,




inquietantes,




partían de tus manos,




viajaban de mis ojos.




Se produjo el milagro fortuito.




A lo lejos sonaba Gurruchaga,




buscando al hombre de los caramelos.




La atmósfera, encantada,




se apoderó dichosa




de nuestra segunda cita.




Lanzaste directos




tus haces luminosos




a mi cuerpo.




Un cupido lujurioso andaba cerca,




desordenando mi vestido.




Tu voz me trasladaba a mundos interiores,




a espacios anteriores.




Me iluminé por dentro




y me di miedo.




Ya estuve convencida en el tercero




de la flecha traviesa en nuestros pechos.




Absorviste mi ser irradiatorio




y lo llevas contigo a todas partes.




Voy desnuda,




sin nombre




por las calles.




Diez minutos es mucho tiempo




para una mirada.




Me lo robaste todo y lo hechizaste.




Espero el cuarto encuentro para darte




los restos que adornan mi cintura.




Te bebiste el café.




Quedan los posos.




¿Terminó la tarea de diestro que heredaste,




marcando un volapié




a mi órgano central que aún late?




VIDA FUGAZ





Lo cotidiano engancha
y acelera
desvelando misterios
de simples contubernios,
de planes en espera.




Nos arrastra la duda
la tristeza;
el fatal desencanto,
ahoga nuesto canto,
nos hunde con destreza.




Montamos a la grupa
del corcel
que cabalga sin freno.
Accedemos de lleno
a guerras sin cuartel.






La noche llega exenta de premura
y envuelve, cual membrana,
la pugna de mañana,
asienta la cordura.




Es éste un devenir agilizado,
violento bamboleo apresurado
que nos captura, cruel
y nos fustiga.




LAS COSAS QUE SE HACEN POR AMOR




Las cosas que se hacen por amor
son las que ahora vienen a buscarme.
Llegaron en su verídico momento,
envueltas en destino transparente
como un regalo que se da sin miedo,
como una herida que ha cicatrizado
y con presteza va desapareciendo.





Las cosas que se hacen por amor,
tanto tiempo olvidadas, hoy regresan.
Le daré, sin duda, todo aquello
que mi alma, nómada y peregrina,
fue guardando en los arcenes del camino.
Para él fueron los llantos, los poemas,
la saliva de los besos a otras bocas.
Para él los silencios con verbos contenidos.
Para él las sórdidas distancias.
Para él los gélidos eneros,
para él los cálidos veranos
de siestas compartidas.
Para él las grises amarguras,
para él las recónditas preguntas.
Para él fue lo hallado en el trayecto
y lo desperdigado en el sendero.






Las cosas que se hacen por amor
le daré en los instantes venideros.
Para él serán los nuevos derroteros,
para él los abrazos más serenos.
Para él los silencios con versos sincerados.
Para él las caricias derretidas
en mermelada de fresa.
Para él las certezas expandidas.
Para él las cerezas en almíbar.
Para él los bombones de licor
y esas cosas que se hacen por amor...




RESCATE DE SANGRE




Quizás una verdad marcada y sola,
barrida en los azares del destino,
pudiera esclarecer el acertijo
que comparte la parca con el mundo.




Profunda y sincera.
Perpetua y latente.
De fuerza imbatible
su afable carácter.




Quizás fue una célula que halló su camino,
flotando en el útero rojo, donde un hijo,
al dejar su mensaje de poder rotundo
firmó en la plenitud de un limpio cromosoma,
un arreglo de sangre y bienaventuranzas.




Se hizo carne el verbo,
con la misma pasión de un ósculo venéreo,
mas la terca y devastadora muerte,
negra e inquisidora,
ensaya y practica su impura jugada
de maltida crueldad inmisericorde.







DEFERENCIAS SEXUALES

No hay nada más banal
ni despreciable
que el aspecto falaz
e intolerante,
derivado de la diferencia
que instauramos a veces
por el sexo.


Levantamos banderas y estandartes,
renovamos las leyes
y las derogamos.
Dividimos y clasificamos
según lo que recorran nuestras manos,
según el sendero delirante
que decida en momentos de plácida ternura,
atravesar un miembro.


¿Resulta tan vital,
tan importante,
el camino que el amor elige
para escribir su historia
sobre un cuerpo?




COMUNICAR VIDA




Vivir es compartir la sintonía.
Es la vivacidad en movimiento.
Es vibrar con el mismo sentimiento.
Es el intercambio de energía.

Cuando los seres gozan de empatía
se ven las lues de su entendimiento,
en una transmisión de pensamiento
en la que prevalece la armonía.

Así lanzamos nuestras emisiones.
Así captamos todo lo enviado
en un sinfín de comunicaciones.

Caminar repartiendo lo pensado
nos hace percibir las sensaciones
de un modo más veraz e involucrado.


REMEDIO ENCUBIERTO



¿Dónde va la tristeza y la locura



por la pérdida humana inevitable?



¿Quién cambia la demencia por cordura?



¿Quién transforma la pena desgarrada



en un leve luto soportable?



¿Por qué se torna brisa el torbellino?



¿Cómo vuelve el reloj a dar las horas?



¿Quién se bebe las lágrimas del aire?



¿Cómo huyen las piedras del camino?



Tras el golpe rotundo de la parca



sólo nos queda un gesto comprensible,



sólo un comportamiento remedable:



Disfrazar con el sacro regalo de la vida,



el amargo misterio de la muerte.










A VECES, LA VIDA…



A veces la vida
nos dice lo que somos.
A veces, soñando, nos lo dice.
A veces, a golpes, nos lo dice.
Cuando la vida nos habla,
y la escuchamos,
nos ofrece secretos desvelados.

A veces la vida
nos da lo que anhelamos.
A veces, sin tregua nos azota.
A veces nos premia sin descanso.
Cuando tiene ocasión
nos acompaña
para subir las cuestas del camino.

A veces escucho
a la vida que me llama,
y acudo solícita a su encuentro.
Y ella se acerca a mí
para contarme historias del pasado
que me abren las puertas del futuro.
A veces, ella viene.

A veces el sendero se oscurece
y le da la razón a las tragedias.
Y entonces, retorcida de amargura,
la vida nos acoge en su membrana.
Con su algodón de azúcar nos protege.
La posición fetal dura muy poco.
El tiempo justo para vivir mañana.

A veces la vida me dice lo que soy.
Nos dice lo que somos.
A voces nos lo dice.
A partos nos lo dice.
A besos nos lo dice.




ARPEGIOS


Todos los días muero por tu nombre
como expira la noche con el alba.
Todos los días son una quimera.
Me despierto en el centro de mi tiempo
con un dolor que muerde
y sé que has escrito de nuevo
en alguna guitarra tus deseos.
Me sobran argumentos cotidianos
para añorar el beso de tus miedos.
Y sin embargo aspiro y me recreo
con otros caprichosos contratiempos.
Y cuanto más me alejo, más me odio.
Si arriesgo en la aventura, me retracto
y vuelvo a divagar en la premura
que provoca tu apremio involuntario.
A versos me deshago por tu nombre
a desgarros abiertos, a pinceladas negras.
Me envuelvo en herméticas membranas
donde no pueda entrar la mano tibia
de tus recuerdos cálidos y neutros,
pero el hilo violeta me delata
brillando en las atmósferas etéreas,
allá donde te mecen los arpegios.
Todo aquello que adoro por tu nombre
me abraza en los más íntimos instantes
y me devora a fuertes tarascadas
que me aturden con placidez extrema.
Entregada al dominio de tu imagen
sobrevivo al transcurso de los días
que ya sólo subsisten por tu nombre.









¿PREGUNTAS?

No hay pena más hermosa que el olvido.


Me preguntas si volvió el poeta
a probar el beso
de la inevitable tibieza
de agosto y no sé qué responderte.
Es verdad que a veces,
con ansia venerada,
se sumergió en la extensa
y frondosa llanura del deseo
y atropelló su cuerpo
la verde enredadera.
Es cierto que en el borde
de su abismo violeta,
suspendido con gracia inusitada
quedó un espacio abierto
donde encontrar al hombre
que en un rincón lloraba.
Yo le vi destrozarse
en medio de su charco
y no quiso contarme
lo infecto de su herida,
lo arcano de su pena.

Se desangró en abrazos
la noche eyaculada
de tormentoso encanto
y cincelada risa.
Y la absurda amenaza
de una mirada esquiva
desde entonces me atrapa.

Me preguntas si respondió el poeta
a su cuestión más íntima
y no sé si el letargo
del cálido verano
esconde una mentira.















EL AMARRE EN VANO



No logró consumar el cautiverio
al que estaba, sin duda, acostumbrado.
El pago de dos mil euros en mano
no ayudó a someter al ser amado.
La presa no fue suya.
Ella voló a pesar de los halagos,
de los ritos, de las velas
rosáceas y magenta.
A pesar de las flores encarnadas
de intenso lazo
y pétalo encantado.
Él entregó al brujo su fortuna
firmando a ciegas su ilícito convenio.

La marcha de su reina,
amartelada herida,
dolió en lo profundo,
provocó una gran pena.
No atendiendo rituales hechizados,
ella desató el nudo.
Él perdió su sonrisa.

Pero el amor, que todo lo libera,
que todo lo solventa,
tejió su sábana en el tálamo del tiempo,
abrió en el pecho
la esperada puerta
y ella acudió a su cita
con el mago del beso.
Él olvidó de pronto sus ilegales tretas
y quemó sus fetiches en la hoguera.















EN LA TRESCIENTOS CUATRO








Sucedió en un hotel de la costa.
Las palmeras lucían luminosos adornos.
Desfilaban, airosos,
los cristianos, los moros.
Paseaba la absenta por los bares de moda.

Ella era la noche.
Ella era la vida.
Y en su centro, una rosa.

Llegó de madrugada, con el cuerpo cansado
y firmó su sentencia en la trescientos cuatro.
A lo lejos se oía, como un río de sangre,
un murmullo de banda, de tambores.
Le robó la sonrisa con los puños, a golpes.
Era fiesta en el pueblo.
Era fiesta en la calle.

Ella era la noche.
Ella era la vida.
Y su pena, muy dentro.






LIRAS AL ROJO



Pende la luz de un rojo
enardecido en magenta pupila.
Danza la llama en tu ojo,
fiero cabalga su poder, que oscila.
Perdiendo su firmeza, te obnubila.

La escarlata aventura
que supone bailar con una flama,
tu albedrío captura
Te atrapa, sin piedad, en una trama
y dentro de la hoguera, eres la rama.

Pende la luz del grana
que absorbió tu energía en un vistazo.
Tu mente, ya en Nirvana,
sólo busca que un fuerte fogonazo
te libre, en un descuido, de su abrazo.

De escarlata bravura
es el despliegue de tu esfuerzo vano
por centrar la figura
de la lengua ígnea. Rito pagano
que llevó tus sentidos a lo arcano.

Pende la luz al rojo.
En el centro, un mensaje te sugiere,
natural infrarrojo,
que captes el calor que te transfiere.
Que no quema, que no daña, que no hiere.












LABIOS DE ÉBANO




Cogió la cuchilla.
Se acercó a la niña.


Mujeres sin su sexo poblando la sabana.
Placeres extirpados en hembras mutiladas.
Horror entre las piernas africanas.
Ella la vio llegar con su gesto de trampa,
a una silla de mimbre la tenían atada.


Cogió la cuchilla.
Se acercó a la niña.


Adheridos al grito de la hermosa Ekao
pugnaban por fluir mil cuentos silenciados.
Ella luchó por liberar su mano
mas cayó envuelto en el sangriento llanto
un trozo de su carne sobre el barro.


Cogió la cuchilla
y amputó a la niña.








HAMBRE EN EL SUR


El hambre aturde y emplaza a los fantasmas
a celebrar su fiesta
de estómagos hinchados.
Colgando de los muertos hay guirnaldas
que ensalzan su bandera
de odios y venganzas.
En las mesas, con sórdidos manteles,
gusanos de las charcas
inmersos en el barro,
traficantes de armas.


En la celebración de los titanes,
acuden a bailar con la mentira.
Sus cuellos, realzados con diamantes.
Unos venden su vida,
otros compran exóticas sustancias.
En la alfombra persiguen la estatuilla,
el premio venerado.
Y mientras, en el sur, una plegaria
tiñe de sangre las palmas de la manos.








EN EL CORAZÓN DEL FUEGO

En el corazón del fuego hay un niño que grita
y conmueve al silencio intermitente.
Un estallido de cólera
y una sonrisa que se apaga
de un golpe seco.


En el corazón del fuego ya no queda nada,
ni llanto, ni pena, ni súplica.
Se escucha un silbido
seguido de salvaje estrépito.
Ira y lamento.


En el corazón del fuego estamos tú y yo,
y todos los demás,
junto a ese niño que pide clemencia.


En el corazón del fuego ya no queda nada.
Todo está destruido.
Punto y final a una inocencia muda.













EN LA MEMORIA


A Miguel Hernández

A veces, Miguel, yo te recuerdo.
Cuando paseo por el puerto.
Cuando visito el cementerio.

Deposito en tu tumba un clavel rojo
y hago memoria de tus calabozos.
Me recreo en la visión de tus paisajes,
de tus campos con sus tonos acres.
Me emociono con la luz de tus palabras
y me visto con la fe de tus abarcas.

A veces, Miguel, yo te traiciono
cuando me niego a recordar ausencias
de las que hablas en tu cancionero.

Y te pido disculpas por mi falta.
Por mi debilidad y mi nostalgia.

Otras veces, en las que siempre lloro,
reivindico tu nombre como puedo
procurando desatarme la garganta
del nudo que provoca mis amnesias.








LA CERTIDUMBRE


Esbocé la sonrisa más hermosa
elevando mis manos hacia el cielo
para pedir el logro de mi anhelo.
Me agité junto al aura de la diosa.

Traspasando la puerta, cautelosa,
descubrí la verdad, le quité el velo.
No apaciguó la fuerza de mi celo.
¡Que mi alma está si cabe más ansiosa!

Quiero seguir el son de este bolero.
No abatirán mi corazón travieso
las piedras que ha arrastrado el aguacero.

Tiene esta historia un tinte firme y fiero.
Una promesa anclada en aquel beso
que hizo mover las piezas del tablero.















LA ESCALERA








En el centro flotaba una escalera
realzada en las alturas, ominosa.
La fuerte pigmentación de los colores
que inundaba el paisaje,
suponía un retorno a la belleza
de los más idílicos recuerdos.


El extremo, perdido en lontananza,
incitaba a bailar con los peldaños,
en escalada suave y sigilosa.
Un trocito de mar, a la derecha,
con su arena amarilla y sus escollos,
suponía el retorno a la existencia
de un personaje antiguo y misterioso.


Una torcaz pequeña, diminuta,
se disponía a alcanzar, valiente, el cielo,
respetando el camino que trazaba
la línea de escalones en ascenso.
La verde y floreada barandilla
surgida de la hiedra del camino,
conversaba con aire confidente
con los rosados y esponjosos nimbos.















LA PRESENCIA


En el audaz y fértil remolino
donde la senda del destino nace,
un alboroto de energía yace
lanzando al mundo su fragor divino.

Y cuando al irisado torbellino
rogamos que su calma nos abrace,
despliega la quietud que en él subyace,
meciéndonos la luz de un hilo fino.

Empírea sensación; nos salvaguarda.
Un aura de color iridiscente
nos va alejando de la bestia parda.

El halo blanco brilla omnipotente.
La oscuridad al verle se acobarda
y se estremece el sol ante su mente.








PIRA








Perder la calma en una noche lenta
de las que empujan al escalofrío
es arañar la piel del desvarío.
Es derrotar por fin a la tormenta.

Adentrarme en la luz amarillenta
que recorre a zancadas mi albedrío
es incendiar las velas del navío,
para teñir lo negro de magenta.

Tras redimir mis gestos en la hoguera
y echar por el balcón la gris ceniza,
un volcán interior se desvanece,


y cruza serpeando la barrera.
Todo lo arcano ya se paraliza.
El rayo luminoso, libre crece.





























VIDAS VERSADAS

Pierdo por fin los sagrados documentos
y me entrego al universo rojo de las lenguas.
Trazo figuras de fuego
en la tibieza de los cuerpos.
Sé que me miras con desprecio
y no me importa.
También tú te entregarías al dulce deleite
para no sentirte tan solo
pero no te atreves.
Soy la superviviente
que pactó en muchos naufragios.
Aprendí a matar peces
cuando era una niña.
No puedo escribir que a nada temo
mas soy la reina de mis propios miedos.
Los esculpo, los cincelo.
Los dibujo en el aire con mis besos.
Nunca tuve a nadie bebiéndome tan dentro
logró retorcer mis interiores cuencos
con la audacia y la ternura de un pirata.
Pudo ser mi dios y mi pancarta.
Pude darle angustias y temores.
Pero soy una maldita aventurera
que mezcló sus locuras esa noche.
Así que, calzándome mis sueños
le dejé, tejiendo verbos en el lecho
La ciudad me esperaba somnolienta,
recóndita y salvaje, como un vicio sin nombre.
Hay quien plasma rencores en los lienzos
y narra en sus relatos los recuerdos
de sus vidas pasadas.
Liberan sus verdades en los versos,
lideran sus batallas.
Yo tuve mis atávicos momentos,
mis espacios versados,
mis leyendas arcanas.
Canalicé mis ansias, mis deseos,
con rimas, con palabras.
Hoy gozo escribiendo mis poemas
por el mero placer de hacer poesía.






















LA SOMBRA



Julio arreciaba con fuerza de estío,
destilando calores en la noche.
Estaba con ellos cuando llegó la sombra.
Era un lamento negro.
Era una pena honda.
Me siguió por el paseo, inquisidora,
mientras me abría
paso entre el gentío.
Era un gemido lento.
Era una pena rota
La extraña soledad de la que hablaste un día,
el tremendo vacío,
cuando todo termina
hasta el éxito próximo.
Así me siento yo - me ibas diciendo.
Así lo vivo yo- me ibas contando.
Déjame que te diga
que me sentí perdida,
que me encontré agotada,
oscura, pétrea y sola
y que nadie venía.






















ENTREGA




“Cada folículo de mi piel es tuyo,
cada microcélula cromosómica,
cada membrana epitelial pactada
en los adentros del vientre de mi madre,
cada resto de intersticio inmundo,
cada aminoácido de mi hemoglobina”.


Sonó la voz del venerado artista
cuando en su esencia ancestral y salvaje,
ya no era más que verso, voz y entrega,
y una historia de amor para cantarme.
Allá en los subterfugios de su mente
dormía, como niño enamorado,
la verdadera luz de su existencia ,
que permitió evadirse del impuesto
al divo y al arrastre de los tiempos.


Perpetrada, la noche, con su juego,
organizó la fiesta del poeta,
que ya fue para siempre, carne y sangre.






















EFEBO DE VIENTO



Llegaste atropelladamente hermoso
como un beso furtivo que se da sin demora,
sin duda ni pudores.
No se perdió en las cremalleras de tus vaqueros
la mano de la ninfa de los bosques.
La experiencia es más que un grado.
La lluvia destrozó, como otras veces
el sueño de la bella Salambó.
En el libro del tiempo quedó escrito
el susurro leve en el regazo,
el derrame lento de los sexos.
Y quedó en el aire la memoria rosa
de aquellos que fueron testigos del viento.
Tan sólo unos pocos supieron la historia
de tu amor pequeño.








IMPERATIVO




Llora,
que la vida te cuenta
una historia cruenta,
un problema de dos.
Gime,
que ha venido a buscarte
y que va a destrozarte
su milenario amor.
Goza,
que no hay amargura
ni dulce ternura
para el corazón.
Huye,
que viene la noche,
que llega el reproche,
que se ha muerto el sol.








ELLOS HABLAN


Han hablado los muertos
silenciados otrora.
Bajo las losas pétreas,
bajo los llantos,
han cantado los muertos
censuradas canciones.
Su mermada memoria
no olvidó las palabras
de su triste agonía.
Fueron términos libres.
Fueron frases abiertas
que han escrito en los huesos
su mensaje escondido,
su secreto gritado.
Han cruzado los muertos
una puerta en el tiempo,
un umbral de justicia.
Han mostrado los muertos
su pasado de hielo,
su dolor constreñido.
Fijémonos en ellos,
en la mirada negra
de sus cuencas vacías.
Centrémonos en ellos.
Que ellos nos dirijan
a la paz añorada.






















JORNADAS


Hay días tan tristes
como niños sin nombre,
como losas de tumba,
como urnas de muertos.
Son días sin luna
que se van sucediendo,
días de silencios.

Le doy a la llave
de ni nuevo coche.
Conduzco sin ruta
y me marcho lejos.
Son días que dudan,
que me van mordiendo,
días sin sus besos.


Resuelvo un sudoku.
Me encierro en mi torre.
Le entrego a las musas
mis últimos sueños.
Son días de burlas
que me van hiriendo
con golpes eternos.


Hay días marcados
por la faz de un hombre,
por antiguas runas,
por exhaustos cuerpos.
Son días de luchas,
que se van gimiendo
con llantos y miedos.
















UMBRALES



Cruzando umbrales descubrí las rosas
que dañaron las palmas de mis manos primeras,
de mis primeras manos.
Saludé a mis amores, besé a mis enemigos.
Sobre los marcos de las rosadas puertas
leí carteles con mensajes cifrados
que explicaban los más variados ritos
en resumidas notas.
Me entregué a las verdades,
arraigadas y solas
y recé en los altares
oraciones rimadas con versos doloridos,
con saetas sangrientas.
Ahora sé que fui estrella
de piélago y celaje
y que por estos campos
sembré un día mi semilla de terciopelo y lino.


DALIA DE ACERO



Permitir que nos duela algún tormento
es un error que a veces cometemos,
un lujo que alcanzamos si podemos
sumirnos en un mar de goce lento.


Buscar tu amor fue andar en pos del viento
tras una procesión de crisantemos.
Seguir huellas de barro no debemos,
para evitar un devenir violento.

Me entrego al poderío de las musas
por encontrar razón a mi quebranto
y te veo leyendo mis escritos.

Las líneas del ayer son tan difusas…
Es tan leve la fuerza de mi llanto…
Es tan corta la vida de los mitos…



VIERNES


Llegará el viernes como llega a muerte.
Tú estarás muy cerca y yo estaré lejana.
Hay larvas que persisten,
reviven en el agua.
Como fieras,
como toros,
cual gigante de leyenda.


Llegará el viernes como llega la fiebre.
Yo cerraré las puertas de mi casa.
Necesito vencer y resistirme
al tormento de ascuas
que me quema,
ya del todo,
cual madero de la hoguera.

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