viernes, 20 de noviembre de 2009

A MI PERRO TOLY



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TOLY
Aquella mañana amaneció con el cielo muy nublado y Carla rezongó en la cama durante largo rato. No era una mujer perezosa, antes al contrario. Sin embargo, ese día, una dejadez voluptuosa la arrastraba a permanecer en su lecho mirando las nubes a través de la ventana e imaginando diversas formas que a medida que pasaba el tiempo adquirían mayor nitidez y claridad de perfiles. Un búho, un balón de reglamento, una ovejita pequeña, un barquito de papel… Las imágenes se sucedían ante sus ojos dando forma a un cuadro de extrema belleza cuyo lienzo era el cielo. El Rey León y la Sirenita la indujeron a pensar por fin en levantarse para preparar el desayuno de su hijo. Cuando su pie derecho ya casi rozaba el suelo, lo vio. Con alarmante claridad se dibujó entre los cada vez más densos nubarrones la silueta de un perrito. Era un perro precioso, como un can de anuncio. Era un cachorro. Carla, pensando que se estaba volviendo demasiado fantasiosa se levantó y se dirigió a coger el móvil que por la noche había depositado sobre la cómoda. Se asomó a la ventana para absorber la energía del nuevo día que la vida le otorgaba y al alzar la mirada observó como la nube-cachorro movía graciosamente el rabito…
La jornada fue dura y bastante complicada. Carla tuvo turno de tarde en el hospital, lo que implicaba llegar a las tres al recinto laboral ya muy cansada debido a la agotadora huella de los aconteceres cotidianos. Decidió comer en el centro hospitalario, así que llegó muy pronto a su puesto. Cuando abrió la puerta de la Centralita de teléfonos contempló que además de sus dos compañeras telefonistas, una de las trabajadoras sociales del hospital hablaba con ellas. Carla se encontraba en ese momento demasiado enfrascada intentando solucionar un problema de la asociación cultural a la que pertenecía. Discutía a través de su móvil al tiempo que revisaba unos documentos sentada sobre uno de los sillones que formaban parte del mobiliario del servicio de Centralita. De pronto, aunque resultaba difícil escuchar lo que sus compañeras decían, oyó una voz de forma muy clara y contundente. Se trataba de Cris. Llevaba varios días llorando porque ya había pasado un mes desde la desaparición de su pequeña Nina. Contactaba a menudo con la Sociedad Protectora de Animales de Alicante, por si habían llevado allí a su perrita.
-¿En la protectora de Alicante? Pues hay varios cachorros que acaban de llegar. Uno de ellos tiene un mes. Lo sé porque llamé ayer mismo.
Y Carla, que bajo ningún concepto había pensado tener un perro en esos momentos porque ya tenía sobradas obligaciones, alzó la mirada y dijo:
-Yo estoy interesada en un cachorro. Por favor, dame el número y llamaré a lo largo de la tarde.
Cris le dictó el número de teléfono y Carla ni siquiera esperó a que sus compañeras se marcharan. Llamó inmediatamente al albergue de animales y quedó con la encargada en que iría al día siguiente. Iría acompañada de su hermana, María y de su sobrina, Margarita, ya que ellas también se ocuparían del cachorrillo.
Aquel sábado amaneció para las tres con una luz especial, con una alegría renovada. De camino al albergue eligieron el nombre de la que iba a ser su mascota. Se llamaría Toly, en honor a Tolo, padre de Carla y María y abuelo de Margarita, ya fallecido hacía tiempo.
Asistir a un lugar como ése no era del todo agradable. La compañía de los animales resultaba muy grata pero en su mayor parte, éstos se mostraban tristes y ansiosos. Aunque allí gozaban de muchos cuidados, todos querían ser adoptados. Se acercaban a los visitantes ladrando o maullando con fuerza, como intentando llamar la atención. La cuidadora mostró a las tres absortas visitantes todos los perritos que habitaban en el exterior del recinto. Estaban a punto de llevarse un diminuto cachorro de Yorkshire que estaba siendo acosado por otros canes más mayores a petición de Margarita que estaba aterrada y quería protegerlo, cuando Carla mencionó la llamada del día anterior. Entonces, la encargada del lugar las llevó a las dependencias interiores y las introdujo atropelladamente en una habitación donde tres preciosos cachorritos lucían sus pipís y sus caquitas por el suelo. Dos de ellos se mostraron alegres y alborotadores. Intentaban comerse las hebillas y los cordones de los zapatos de las tres rescatadoras de perros que, nerviosas, emitían sus quejidos tras sentir en sus dedos los pequeños mordiscos. Al punto, Carla y Margarita pusieron nombre a los dos bandidos y ya les reñían llamándolos por su nombre:
_ ¡Lucas, no me muerdas más!
- ¡Bartolomé, estate quieto!
Sin embargo, a pesar de que estos dos canes fueron los primeros que entablaron una relación con ellas, éstas sabían que Toly era el otro perrito restante. Desde su manta cuadriculada el cachorro observaba la escena, temeroso. Se mantuvo quieto y tembloroso todo el tiempo, hasta que Carla se acercó a él y lo cogió en brazos. Aunque el animal mostró su recelo protegiendo su cuerpo en posición fetal y mirándola de reojo, los dos sabían que una gran amistad había comenzado. De los brazos de Carla, Toly pasó a los de Margarita y luego a los de María y así, alternando los cariñosos brazos de sus tres amas, salió de la Sociedad Protectora de Animales encaminándose hacia el que iba a ser su hogar.
La vida de este can, mezcla de chiguagua y pinscher transcurrió feliz y tranquila con esta familia de adopción que lo colmaba de atenciones. Un día, paseando con Margarita por el barrio, Toly se puso muy nervioso. Comenzó a dar unos extraños saltos; cabrioleaba con tanta fuerza y movía el rabo con tanta insistencia que Margarita pensó que le había dado un ataque perruno o algo similar. Pronto se conocería la razón de tanto alboroto. Una perrita preciosa se iba acercando a Toly con el consiguiente desmelene de éste, que parecía al borde de un síncope canino. Los dos perritos se lamieron y se abrazaron efusivamente durante mucho tiempo mientras sus cuidadoras hablaban. Margarita se enteró de que Chiqui era también una mezcla de pinscher y chiguagua. La pequeña perrita tan sólo tenía dos meses.
Los encuentros entre Chiqui y Toly se fueron sucediendo de continuo como en los preliminares de un acto amoroso que cada vez se vislumbraba con mayor claridad. Los efusivos lametones de la pareja les dejaban exhaustos y llenos de complacencia. Un día, sus respectivas amas decidieron dejarles llegar más lejos. Y así, Toly y Chiqui hicieron el amor con la correspondiente supervisión de sus dueñas por lo que pudiera suceder, pero respetando la intimidad de los amantes, que gozaron del encuentro amoroso con sobrado deleite.
Esta mañana Carla ha despertado con el sonido de un cuenco tibetano en sus oídos, como si alguien en su habitación lo estuviera tocando. Sobresaltada, se ha incorporado y al mirar al cielo por su ventana ha visto cinco diminutas nubes en forma de cachorritos de perro que movían la cola al unísono. Ha acudido a la habitación de Toly y acercándose a una de sus orejitas le ha dicho muy quedamente:
¡Enhorabuena, vas a ser papá!


AMOR MATUTINO
Te encuentro en la frescura de mi lecho
cada mañana, fiel a la belleza
que supone la esencia de tus besos.
Te acercas con el alba, presuroso
a lamer el recuerdo de mis sueños.
Te abrazo con ternura perezosa
y acaricio la seda de tu cuerpo.
Sacudes, armonioso, tu energía
para afrontar, valiente, un nuevo día.
Me siento tan feliz con tu presencia
que quisiera grabar esos momentos
allá donde se esconde abierta el alma.
Pero te marchas a tu comedero
no sin antes mirar desde la puerta
si ya mis zapatillas he calzado.
Y salimos los dos a la cocina
donde sentado esperas tu galleta.
Te doy un beso leve en el hocico
al que tú correspondes con premura
moviendo alegremente tu rabito.


jueves, 19 de noviembre de 2009

POEMAS DE AMOR Y PAZ

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Este poema está dedicado al amor, esa fuerza luminosa capaz de transformar lo feo en bello. En nuestra actualidad, inmersa en el dolor y la violencia, el amor, con su poder sanador debe ser la luz que equilibre la balanza. ¡QUE EL AMOR CON SU LUZ INUNDE LAS CALLES Y LAS PLAZAS, LOS MONTES Y LOS MARES Y QUE CONSIGA PALIAR EL SUFRIMIENTO!
Todo tiene un nombre
Se debe llamar a las cosas por su nombre,
a los hechos, por su nombre,
con la exacta palabra
o el término correcto.
No es tiempo de eufemismos
ni de medias verdades.
Torturar es producir
a las personas o a los animales
un dolor intenso.
Los feroces torturan la alegría.
Acariciar es rozar o tocar algo
muy despacio, suavemente.
Caricias de belleza resplandecen
en las manos del hombre que ha aprendido
a cabalgar en la quietud de un verso.
La violencia es la acción de usar
la fuerza y la intimidación
para conseguir algo de un ser humano.
Los feroces, con puños asesinos,
violentan el espacio.
El diálogo es una discusión
de distintos puntos de vista
para intentar lograr un acuerdo
o un acercamiento entre posturas.
La palabra acercó los corazones
que ya no padecieron jamás frío.
Escasez generalizada de alimentos
es la hambruna.
Los feroces acaparan, negocian, firman pactos
y organizan eventos de estómagos saciados.
Escupir es arrojar algo con la boca.
Los feroces escupen
sobre el silencio de los muertos.
Besar es tocar algo o a alguien con los labios juntos
y separarlos haciendo una pequeña aspiración,
en señal de saludo, cariño, amistad o reverencia.
¡Qué bella es la sorpresa de un beso
cuando es otorgado con sencillez de espuma,
como si el mar dibujase en la mejilla una ola!
La tolerancia es el respeto
hacia las opiniones o prácticas de los demás.
Hay belleza en la faz del tolerante
pues ha vencido al miedo.
El racismo es un sentimiento de rechazo
hacia las razas distintas a la propia.
La tierra resplandece de armonía
cuando los seres que pueblan sus encantos
abrazan sus perfectas diferencias.
La homofobia es el rechazo a los homosexuales.
Los feroces dividen, separan y critican;
persiguen y acorralan
creando estúpidas historias
referentes a hipotéticos armarios.
Se debe llamar a las cosas por su nombre,
a los hechos, por su nombre,
con la exacta palabra
o el término correcto.
Así, el amor es el conjunto de sentimientos
que ligan una persona a otra,
o bien a las ideas o a las cosas.
El amor es la base de las pequeñas cosas,
de los grandes acuerdos, de las risas serenas.
El amor es la clave de todos los enigmas.
El amor es ternura, tolerancia, respeto,
libertad y empatía.

domingo, 1 de noviembre de 2009

ESCRIBIENDO EN NOVIEMBRE DE 2009

CANCIÓN DE AMOR



Ven.

Volvamos a inventar la luz

que un día nos vistió de azul,

libre y cercana.


Y así,

perdidos en la inmensidad

del sueño con su realidad,

pactemos un mañana.


Que ya no quedan cartas que enviar

ni eventos que conmemorar.

Que aún nos queda voz para cantar

y versos para recitar

en tibias madrugadas.


Ven.

Volvamos a inventar la luz

que un día iluminabas tú

con tus miradas.


Y allí,

donde no exista la mediocridad

de la desesperante vacuidad

pintemos la alborada.


Que ya ha borrado un virus los mensajes

que en horas pernoctadas me enviaste.


Ven.

Volvamos a inventar la luz

que un día nos vistió de azul,

libre y cercana.


Y así,

perdidos en la inmensidad

del sueño y de la realidad,

pactemos el mañana.




CRISTINA


Manipuladora y sagaz, Cristina salió a la calle dispuesta a poner en marcha su último plan. El insomnio de la noche la había conducido a elaborar una nueva trama. A las dos de la madrugada, ya harta de dar vueltas en la cama, se había tomado un Myolastan. Este medicamento provocaba en ella un extraño poder que propiciaba la maquinación. Se dirigió a su puesto de trabajo pensando que "hoy podía ser un gran día y así se lo había planteado". Sacó de la caja registradora quinientos euros y los introdujo en el bolsillo de la chaqueta de Elena, su compañera. Después llamó a la puerta del despacho de su jefa. Tardó en contestar. La puerta se abrió y Elena salió del despacho.

-No quisiera perjudicar a nadie pero en la caja faltan quinientos euros y creo saber dónde están.

La jefa dijo:

-Y bien, ¿dónde están?

- En la chaqueta de Elena.

Salieron del despacho y Sonia, la jefa, hurgó en los bolsillos de una gabardina marrón que lucía colgada en el perchero.

-Disculpe, ésa es su gabardina, no es la chaqueta de Elena- argumentó Cristina sacando de la chaqueta verde los quinientos euros.

- Disculpa tú, querida. Esta noche Elena durmió conmigo e intercambiamos las prendas. Nos casamos la semana que viene y tú estás despedida.



CARLA


Carla sabía que nada sería perfecto sin su nombre. Pero el destino la había llevado a ese camino en el que la vida esperaba con la fuerza de un volcán ignoto y ya no había posibilidad alguna de retroceso. En el umbral esperaba la playa de Urbanova, con sus doradas en la profundidad y su mabre en la orilla. Ella ya había preparado su tita para el fondo y su lombriz pequeña para el espumoso lugar donde rompían las olas de su futuro. Tenía que pasear por el Benacantil y hundir de nuevo sus raíces en la tierra que amaba. Tenía que cantar "som fills del poble que té les chiques com les palmeres de junt al mar" y "la manta al coll y el cabasset senan d'anar a prendre el fresc al Postiguet". Tenía que oler el tomillo del sendero levantino. Tenía que bailar sobre la hoguera de sus vanidades y quemar todos los vestigios de sus absurdas impertinencias. Recostada sobre una arcillosa roca del paisaje de Agost, Nelson acariciaba su pelo con dejadez cubana. Con voz queda e insinuante le dijo: "Carla, yo te amo". Y dejando atrás composturas, hipocresías y sonrisas artificiosas, ella lo cogió de la mano y escondidos entre unos arbustos disfrutaron del climax mediterráneo. Nunca una lengua fue tan locuaz...