miércoles, 25 de marzo de 2009

BOMBARDEO DEL 25 DE MAYO MERCADO CENTRAL DE ALICANTE



Igual que ocurrió en Guernica, el 25 de mayo de 1938 la población civil fue impunemente bombardeada con un resultado de más de 300 muertos en el Mercado Central de Alicante y en las calles adyacentes. Los autores de esta barbarie fueron militares del ejército italiano que dirigían nueve aviones y dejaron caer sobre el pueblo alicantino un total de noventa bombas. Tenían el beneplácito de Francisco Franco que permitió e incluso favoreció estos asesinatos.
Cuando yo era una adolescente, una señora entró a comprar en nuestro negocio familiar, una perfumería. Era cliente habitual y entre mi madre y ella había surgido cierta amistad. Ese día contó que el 25 de mayo de 1938 ella acudió a comprar al mercado con su pequeña de tres años. De repente escuchó el ruido de los aviones. La gente gritaba y corría. Cogió a su pequeña en brazos. Un líquido inundó su vestido y entonces se dio cuenta de que su hija no tenía cabeza pues le había sido arrancada.

Inspirada en estos hechos terribles he escrito el siguiente poema, que recito en los institutos de enseñanza junto a mis compañeros del Comité Cívico para la Recuperación de la Memoria Histórica:

EL DÍA DEL BOMBARDEO

Dedicado a las víctimas del bombardeo del 25 de mayo en Alicante

Un pueblo atenazado por el hambre

acudía con fuerza inquebrantable

a su cita diaria con la vida.

Llenaban de alegría los capazos

a falta de otros víveres mejores,

con la esperanza puesta en un futuro

donde la paz pintara en los hogares

un cuadro de belleza cotidiana y sencilla.

Se saludaban con el amor sincero

que proporciona vivir en la contienda.

Así llegó María al gran mercado

el veinticinco de mayo.

Llevaba a su niña de tres años

asida con ternura de la mano.

Compró algunos enseres y deseó otros cuantos.

Una vecina dijo que se oían aviones.

Pronto vieron encima los temidos reactores.

Los gritos y el espanto dolieron a María.

La sangre salpicaba la carne de los puestos,

la carne de los muertos.

Perdido entre la gente un niñito corría.

María sollozaba con su hija en los brazos.

Una bomba asesina atrapó su inocencia

y rodó por el suelo su cuerpo sin cabeza,

su vestido de lazos,

su sonrisa traviesa.

Fue en Alicante el día

en que se perdió María.


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