jueves, 2 de diciembre de 2010

POEMAS PUBLICADOS EN EL NÚMERO 20 DE LA REVISTA AUCA


Amor al orbe


La adoración del ser humano hacia la tierra,

el ardor por los verdes, ocres, pardos campos,

la pasión hacia los aguerridos mares

promueve las creaciones de artistas y poetas.

El orbe nos muestra, en su magnificencia,

la exacta plenitud, la perfección extrema

que cuentan sinalefas de pistilos y savia.

No existe parangón con nada tan hermoso

ni hay belleza que pueda compararse

con la contemplación absorta de una planta

mientras evoluciona hacia las estrellas.

El enigma del ser, su misteriosa esencia.

El secreto del agua, donde estalla la vida.


La verdad de la fuerza primigenia

donde la nada perdió su insulso nombre

atemoriza y duele por su rotunda magia,

por el poder inmenso que esconde cada espora.




Las cenizas
A Tolo, mi padre


Universo del gris arrebolado
es un amanecer entre cenizas.

Mirad a las cenizas eclipsadas,
relajante su gris hipnotizado.
Bailad sobre la noche enamorada,
abierta a la pasión de su sueño encarnado.

Escuchad las cenizas, oíd su grito,

están hablando de fuego y de palmeras.
Sentid a las cenizas en su rito,
en su afán de incinerar las primaveras.

Danzad con las cenizas encendidas,
sacadlas a bailar al festín brujo.
Cogedlas con pasión por la cintura.
La luna ya os ha envuelto con su influjo,
inundando de luz vuestra figura.

Escampad las cenizas con las manos,
embriagad de calor vuestros lúdicos dedos
haciéndolas volar en la luz de la aurora.
Confundid en el cielo sus colores rosados,
despedid con amor a la luna que llora.

Despiertan las cenizas de su sueño,
tras noche de magia arabesca y gitana,
el coloso de piedra sigue en su castillo
persiguiendo a la hembra musulmana
y las últimas brasas de los pinos
molestan en los ojos de su pétrea cara.
"Descansa en tu cabeza, emir de roca
el beso enamorado de la ceniza roja"

Reposan entre el sol las cenizas marchitas,
agotadas, tranquilas, destrozadas y frías.
Se despiden del fuego, que las llama la brisa.
Y se marchan volando con grisácea sonrisa.
Y suspiran al viento.
Y saludan cansadas a la luz que las guía.

Y suspiran mis labios, apagando mi risa,
murmurando en silencio, adormilados:
¡Quién pudiera danzar eternamente
en pos de las cenizas mortecinas!

Universo del gris arrebolado
es un amanecer entre cenizas.


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