Tiene Madrid un encanto poderoso. Paseo por sus calles con estatuas grandes buscando documentos que me ayuden a esclarecer un tiempo que escapó entre bambalinas y otros bolos. Un hombre que nada tiene que ver con esta historia me mira en el Paseo de la Castellana. Me recuerda a mi padre. Observo su cara de forma inquisidora, como suelo mirar muy a menudo. Se acerca y me pide un pitillo.
-No fumo, caballero.
-¿No, y cuánto cobras?
No es la primera vez que me ocurre algo así, de modo que empiezo a reír a carcajada limpia mientras el individuo se queda absorto mirándome el escote que, aunque bien tapado por un jersey blanco de cuello alto, deja entrever la forma de los pechos. Me acuerdo de una canción de Tolo, mi padre, una que habla de una con-puta-Dora. Ni corta ni perezosa le espeto:
-Yo no cobro, lo hago gratis.
Advierto una alegría extraña en su rostro.
-Pero no voy a hacer el amor, por ahora. Primero he de cumplir una misión muy importante relacionada con un artista de los años cincuenta.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo se llamaba?
-Tolo, José Arques Lloréns, Tolo.
-Bueno...creo que mi madre tenía una foto de ese artista con Antonio Machín, ¿es posible?
-Claro que es posible, trabajaron juntos.
-Bien, señorita, tengo prisa. Espero que tenga suerte en su misión. Aquí tiene mi tarjeta para cuando pueda hacer el amor y me lo haga...gratis.
Se aleja apresuradamente y me quedo pensando que en la vida, desde luego, las coincidencias no existen. Me dirijo al Registro de la Propiedad Intelectual con fuerzas renovadas. En un balcón bajo de una calle adyacente escucho:
"Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir..."
-No fumo, caballero.
-¿No, y cuánto cobras?
No es la primera vez que me ocurre algo así, de modo que empiezo a reír a carcajada limpia mientras el individuo se queda absorto mirándome el escote que, aunque bien tapado por un jersey blanco de cuello alto, deja entrever la forma de los pechos. Me acuerdo de una canción de Tolo, mi padre, una que habla de una con-puta-Dora. Ni corta ni perezosa le espeto:
-Yo no cobro, lo hago gratis.
Advierto una alegría extraña en su rostro.
-Pero no voy a hacer el amor, por ahora. Primero he de cumplir una misión muy importante relacionada con un artista de los años cincuenta.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo se llamaba?
-Tolo, José Arques Lloréns, Tolo.
-Bueno...creo que mi madre tenía una foto de ese artista con Antonio Machín, ¿es posible?
-Claro que es posible, trabajaron juntos.
-Bien, señorita, tengo prisa. Espero que tenga suerte en su misión. Aquí tiene mi tarjeta para cuando pueda hacer el amor y me lo haga...gratis.
Se aleja apresuradamente y me quedo pensando que en la vida, desde luego, las coincidencias no existen. Me dirijo al Registro de la Propiedad Intelectual con fuerzas renovadas. En un balcón bajo de una calle adyacente escucho:
"Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir..."
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